1 de octubre de 2013
Los números forman parte de nosotros y de todo lo que nos rodea. En ciencia, el término expresa una cantidad en relación a su unidad. También indica el orden de una serie, el carácter gráfico que sirve para representarlo e incluso en matemáticas moderna incluye abstracciones tales como números fraccionarios, negativos, complejos, etc.
Los números forman parte de nosotros y de todo lo que nos rodea. En ciencia, el término expresa una cantidad en relación a su unidad. También indica el orden de una serie, el carácter gráfico que sirve para representarlo e incluso en matemáticas moderna incluye abstracciones tales como números fraccionarios, negativos, complejos, etc.
Los números se usan con mucha frecuencia en la vida diaria y
forman parte de las culturas desde tiempos remotos. Siempre están indicados con
sentido y se encuentran en todas partes.
Por ejemplo, el número “aureo” o de oro, supone una
proporción que posee muchas propiedades interesantes. Podemos encontrarlo en los
edificios, como en el Panteón de Atenas ya que supone la relación que hay entre
las partes, el techo y las columnas del mismo. También en esculturas, objetos,
en partes del cuerpo humano, en la naturaleza e incluso en elementos de la vida
cotidiana que incluyen números tales como el D.N.I. o las tarjetas de crédito y
que quizás siempre nos hayamos preguntado el porqué de la sucesión de los
mismos.
Otro ejemplo es el número “fibonacchi” que da lugar a una
sucesión de números naturales infinita, donde cada número se calcula sumando
los dos anteriores a él. Éste se acerca mucho a la proporción aurea y se
encuentra en la naturaleza en sí misma.
No obstante, como ya se ha comentado, todos los números que
forman parte de nuestra vida diaria, que dan sentido a nuestra forma de vivir
en sociedad, tienen un significado y un porqué de su creación. Por ejemplo ¿por
qué hay 12 meses? Porque es el tiempo que tarda la tierra en dar la vuelta al
sol y porque fueron los babilonios quienes lo denominaron en su faceta de
astrónomos observando que el tiempo que transcurre entre dos lunas llenas era
de 28 días aproximados, es decir, un mes, y que esto ocurría doce veces al año.
Y siempre encontraremos el porqué… interesante ¿verdad?
De cualquier forma podríamos hacer infinidad de preguntas
sobre los números y todas tendrían un por qué. ¿Por qué una hora tiene 60
minutos? ¿por qué un minuto tiene 60 segundos? Y así sucesivamente…
La música al igual que los objetos o los elementos que
nos rodean, también incluye números con significados que constituyen un
lenguaje propio. Posee una forma o estructura dividida en varias partes,
determinadas por el número de compases y su duración en el tiempo. La música
tiene 7 notas y 12 sonidos pero, a pesar de ello, contiene un número muy
especial: el número 8, aunque el 4 también adquiere su importancia (4+4=8). Nos
centraremos en ellos en las siguientes líneas.
Los compases son un método de notación musical que dividen
y ordenan la música y están formados por varias unidades de tiempo agrupadas,
con partes acentuadas y partes no acentuadas. La mayoría de canciones o piezas
musicales están compuestas por frases o
conjuntos musicales que están formados, a su vez, por patrones repetitivos.
Descomponiendo estos patrones podremos observar que las canciones se
estructuran por conjuntos de entre 4 y 8 compases en 4/4. Es decir, la música
se encuentra troceada en partes de 4 u 8 compases (4 partes forman un compás)
donde el primer tiempo o la primera nota de cada parte son los más acentuado o los
más fuertes.
Por tanto, todas las canciones se ordenan en frases y tienen
una estructura que suele estar compuesta por patrones de 8 trozos o compases
formando ritmos diferentes en cada conjunto, que se repiten varias veces dentro
de la misma pieza musical(2 grupos de 4
compases). Cada 8 trozos o compases suele pasar algo en la música o en la
melodía que cambia el ritmo de la canción produciéndose otro conjunto de 8
diferente. Lo normal es que cada 4 compases se note un efecto o cambio suave y
cada 8 un efecto o cambio fuerte. Aun así, a veces el cambio de ritmo se
produce cada 12 (8+4) o cada 16 compases (8+8). No obstante, todas las
canciones tienen una intro que suele durar entre 4 y 8 compases, los cuales la
hacen diferente a todos los demás conjuntos que se encuentren en la misma canción.
En cuanto al pulso de las canciones, podrá ir más rápido
o más lento pero siempre será el mismo. Saber cuál es el pulso de una canción
no es fácil, por eso se propone seguir la música caminando para conseguir
averiguarlo. De esta forma sentiremos la música ayudándonos del pulso para
saber cuándo empieza a contar cada compás y a qué velocidad va una
misma pieza musical, ya que esto debemos sentirlo y percibirlo. No obstante, para
aprender a contar compases y saber dónde comienza cada uno, a continuación
muestro una forma de trabajarlo:
- Pon una canción y escucha detenidamente el ritmo de la música para identificar el tiempo. No necesitas contar nada todavía, pero encuentra el pulso regular de la canción marcándolo mientras caminas. Continua hasta que puedas hacerlo sin pensar.
- Encuentra el “uno”. Esto representa el principio de cada compás nuevo de la música. A menudo está marcado claramente por el principio de la melodía, o el inicio de la letra. Busca repeticiones en el fraseo o melodía y trata de identificar dónde comienza cada frase.
- Comienza a contar en el “uno” y sigue con el ritmo, contando cada tiempo como lo hiciste anteriormente mientras caminabas. Sigue contando hasta el final de la frase, y luego vuelve a comenzar desde uno, cuando comience la siguiente frase. Trata de cantar la melodía reemplazando las palabras con “Uno, dos, tres, cuatro”.
Por otro lado, al
analizar una canción es importante también identificar la velocidad de la
misma, es decir, si es más rápida o más lenta. Entonces, ¿Cómo saber si una
canción es más o menos lenta?
FÓRMULA:
- Partir de la siguiente referencia como velocidad media: 15 compases x 4 tiempos por compás = 60 pulsos por minuto (o 60 figuras de negras)
- Contar cuantos segundos duran 15 compases de la canción
- 3.600 segundos que tiene una hora dividirlo entre los segundos que duran los 15 compases de la canción
- Como resultado darán el número de pulsos (o figuras de negra ya que cada pulso corresponde a una negra) por minuto que tiene la canción escogida haciendo de esta la velocidad de la misma. Para saber si es rápida o lenta, debemos partir de la velocidad media de una canción, la cual es 60 pulsos por minuto (tal y como aparece en el punto 1). Si el resultado es menor, la música será más lenta, y si el resultado es mayor la música será más rápida.
Para todo lo anterior,
el profesor nos ha puesto durante la sesión varias canciones tanto para
comprobar el pulso, como para reflexionar sobre el cambio de ritmo teniendo en
cuenta la estructura de la canción (troceada en conjuntos de 8 compases), y por
último ver la velocidad de la misma.
Un ejemplo de ello, es
la canción “New York, New York” de Frank Sinatra donde el cambio de ritmo se
realiza cada 8 compases y la velocidad es de 109 pulsos por minuto, tal y como
se expone a continuación:
15 compases son 33
segundos aprox.
3.600 s/h /
33 s = 109 pulsos por minuto es
la velocidad de la canción (más o menos rápida).
EL BAILE Y LA COREOGRAFÍA
Para formar una coreografía o baile es muy importante
saber, en primer lugar, la estructura de la canción que se va a utilizar para
tal fin. Todas las canciones tienen estructura y debemos conocerla.
A la hora de crear la coreografía se debe tener en cuenta
cuando se está desarrollando un mismo conjunto de compases, ya sean 8, 12 o 16,
y cuando se produce el cambio de ritmo puesto que ello marcará la ejecución de
unos pasos y el cambio a otros. Al bailar con los niños, debemos escoger
canciones cuyos 8 primeros compases formen la intro para darles cierta
preparación e introducción al baile que van a desarrollar. No obstante, los
pasos en un mismo conjunto de 8 deben ser más o menos iguales y pueden
repetirse tantas veces se repita este mismo conjunto de compases dentro de la
canción.
Por otro lado, es fundamental conocer la velocidad de la
canción escogida puesto que de ello dependerá que haya más o menos pasos dentro
de la coreografía y se hagan más rápidos o más lentos en función de la canción.
Para la etapa de infantil, siempre debemos considerar canciones cuya velocidad sea más o menos lenta
puesto que debemos tener presente en todo momento el desarrollo psicomotriz de los
alumnos y alumnas a los que les estemos enseñando a bailar. Por ello, también
debemos pensar en pasos sencillos que puedan ejecutar sin dificultad.
Normalmente en la coreografía cuando surge un cambio de ritmo en la canción, también surgen nuevos pasos que podrán aumentar en número de unos a otros en función de los distintos ritmos que pueda contener la canción o en función de lo que disponga el coreógrafo para el baile.
Normalmente en la coreografía cuando surge un cambio de ritmo en la canción, también surgen nuevos pasos que podrán aumentar en número de unos a otros en función de los distintos ritmos que pueda contener la canción o en función de lo que disponga el coreógrafo para el baile.
Como conclusión podemos considerar que, para enseñar a
bailar o para coreografiar una canción, es fundamental conocer la estructura de
la canción, partiendo de la base teórica dispuesta en este apartado, así como
saber la velocidad de la misma para introducir más o menos pasos y dar
coherencia al baile en función de la canción escogida.
Muchas gracias, de forma mas especifica estaba leyendo acerca del Significado de 47, es precisamente lo que necesito
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